viernes, 28 de noviembre de 2014

Eisner y la educación artística como opción curricular.

     Las personas con profesiones creativas nos hemos dado cuenta, al igual que se dio Eisner, de que las artes abren la mente, la desarrollan, así como desarrollan el mundo interior y no dan una única solución a un posible problema. Seguramente sea por esto que, muchas veces, seamos considerados como excéntricos por nuestra forma de pensar e, incluso, de vestir.

    Necesitamos de las artes para poder expresarnos. Las palabras y los números se quedan cortos. Como dice la canción, "las palabras se quedan cortas para decir todo lo que siento". ¿Cuántas veces, al intentar contar algo, hemos parado la explicación para buscar un trozo de papel y ponernos a dibujar?

     Eisner fue el primero en aplicar las artes en la educación porque considera que son necesarias para el desarrollo de las personas. Pretendía preparar a las personas para la vida diaria, y por eso proponía retos y obstáculos para que los niños aprendieran y experimentaran, así como instar al profesor a experimentar con los alumnos. Obligaba, de esta manera, a que el docente no quedara únicamente como un guía, sino como una persona que comparte conocimientos y que aprende con, y de, los alumnos.

     Todos, cuando nacemos, tenemos capacidad artística. Que la desarrollemos, o no, es cuestión de los adultos. Es una lástima que una persona, que tiene claro su futuro como artista, vea que se le han cortado las alas porque no encaja en lo que su familia, o la sociedad, espera de él y debe cambiar a una profesión más acorde con los deseos externos.


     Eso es lo que hay que cambiar mediante la educación artística. Sin embargo, existe un profundo temor a crear gente con capacidad crítica. Gente capaz de discernir entre lo que está bien y lo que está mal. Personas que puedan ver más allá de lo que se les está mostrando. 

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